De cerca
El enólogo que respeta la naturaleza
Raúl Pérez se toma a la naturaleza muy en serio. Su prioridad es ejercer la mínima influencia en la uva. Así entiende el vino. Observar cada terreno, cada clima y los tiempos de maduración de cada variedad es la base de su trabajo, un trabajo que incide en la capacidad del vino de expresarse sin apenas tocarlo, sin aditivos que lo transformen, quitando protagonismo a la madera y dejando que cada añada se modifique sola, consiguiendo así vinos no estandarizados. Tal método de trabajo dota de un sello inconfundible a sus vinos, idóneos para beber desde su puesta en el mercado y consiguiendo que, tras 15 o 20 años de botella, continúen mostrando carácter y frescura.

Los comienzos de Raúl Pérez
Están ligados a Castro Ventosa, la bodega familiar situada en Valtuille, su localidad de nacimiento, en la comarca leonesa del Bierzo. Los vinos que elabora son los vinos que le ilusionan siendo 2003 un año clave: emprende el vuelo con su primer proyecto personal, Ultreia, un vino que toma su nombre del saludo que antaño usaban los peregrinos del Camino de Santiago, un camino que atraviesa su pueblo, cuyo significado es ‘vamos más allá’. Ultreia es, hoy en día, una larga lista de referencias vinícolas, no solo elaboradas en España, también en Portugal en conjunto con su amigo Dirk Niepport o en Sudáfrica con otro amigo, Eben Sadie. Creador inquieto, decide embotellar bajo el nombre La Vizcaína de Vinos, el resultado de los distintos terruños y orientaciones de Valtuille teniendo a la uva mencía como protagonista. También en otras zonas de España y del mundo, Pérez elabora vinos a su modo: respetando la naturaleza, usando, en la mayoría de los casos, el raspón, y produciendo en función de la cantidad de uvas que, año a año, dan las viñas escogidas. En solitario, en colaboración o asesorando, solo emprende proyectos ilusionantes, creando un estilo propio que le ha permitido tener más de 200 etiquetas en la lista de The Wine Advocate, elaborada por el prestigioso crítico estadounidense Robert Parker.

Los 90’
La emoción que sintió Raúl Pérez al poner un pie, por primera vez, en la facultad de enología marcó su presente y su futuro. Asumió así la historia familiar ligada a la tierra y al vino. ¡Nació un enólogo!
1996
En 1996 comenzó la revolución: Pérez pasó de ser un viticultor de libro a lo que es hoy: el enólogo que deja fluir a la naturaleza.
1999
Álvaro Palacios marcó un antes y un después en la viticultura berciana, y Raúl Pérez no fue ajeno a ello: aprendió mucho de él.